La recompensa

Actualmente somos muchos los que hemos emprendido una larga travesía lejos de nuestras tierras, de nue ser ras familias, hijos, hermanos, padres y amigos. Hemos dejado atrás una vida cosechada con mucho esfuerzo y sacrificio. Dejado de lado lo material que no deja de serlo, pero nosotros sabemos lo que ha costado conseguirlo. Quizás algunos relaciones sentimentales que se han visto separadas por la decisión definitiva de emprender la travesía a nuevas tierras en busca de un mejor futuro.
Si ya no es fácil hacerlo en familia, imaginemos lo difícil que es hacerlo sólo. En esta travesía experimentamos un alto y bajo de emociones que por más que creamos nadie más podrá comprender, nos llenamos de ansiedad e incluso de inquietud al creer que nada marcha bien.
Desde mi experiencia personal he recibido una grandiosa recompensa. He aprendido a cultivar la paciencia, que es un don del que mayormente carecemos las personas porque todos tendemos a ser impacientes. He podido conectar con mi yo interior y he llegado a conocerme más.  He valorado más que nunca el verdadero significado de dos palabras FAMILIA Y AMISTAD. He cultivado mi espíritu y aflorado nuevas habilidades.
Pero sobre todo me siento orgulloso al decir en voz alta y clara SOY DE VENEZUELA. SOY VENEZOLANO.
Estamos por el mundo, estamos lejos de nuestra tierra. Cada vez más cerca de ver libre nuestra amada VENEZUELA.
Pero nuestra propia recompensa la vamos forjando cada día de nuestras vidas, cada mañana que despertamos con más ánimos y ganas de seguir luchando por nuestras familias, con las ganas de asentar raíces y crecer en nuevas tierras que nos brindan la oportunidad de hacerlo. Ya el abrirnos las puertas forma parte de esa recompensa.

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